lunes, 23 de agosto de 2010

La cruz

Un joven, ya no daba más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando,


"Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada".



El señor, como siempre, acudió y le contestó, "Hijo mío, si no puedes

llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después,

abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras".



El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor" dijo, e hizo lo que le

había dicho.

Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver

la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo

de la pared.



"Señor", susurró, "quisiera esa que está allá".



Y el Señor contestó, "Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar".



Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil

mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los

demás. Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas.

TU CRUZ

Cualquiera que sea tu cruz, cualquiera que sea tu dolor, siempre

brillará el sol después de la lluvia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario